lunes, 23 de abril de 2018

A vueltas con el Diario de Ana Frank



Escribo esta nota con dolor y rabia. Sí, es que me repugna cuando la ignorancia es, además de osada, cruel.




Hoy El País publica un bonito reportaje firmado por Jan Martínez Ahrens sobre una exposición celebrada en un pueblito de Iowa en torno Ana Frank y su Diario. El reportaje no incluye, ni lo pretende, revelaciones novedosas sobre la vida o la obra de Ana, pero sí trata con respeto una interesante historia paralela o derivada (la de su "amiga" epistolar de América) y da a conocer una loable iniciativa en el citado pueblo por recordar esa historia. Sin más. No es poco. Yo lo he leído esta mañana en la edición en papel con interés y gusto.








Pero si traigo esa historia aquí es porque esta noche he querido entrar en la edición digital del reportaje. Sabía lo que buscaba y lo que me arriesgaba a encontrar. No era lo que escribe Jan, ni las fotografías que se acompañan. Quería leer los comentarios. Sabía que asumía un riesgo, pero no esperaba que fuera tan alto. El riesgo de darte de bruces con esa combinación de obstinada ignorancia, intencionada crueldad e irresponsable insolvencia propia de la peor cara de las redes.




La ignorancia es excusable cuando es insalvable, pero no cuando uno tiene a su disposición toda la información y se empeña sin embargo libremente en optar por las versiones más tontas, más increíbles, mas morbosas, más supuestamente alternativas... y más falsas de cada historia. En ese caso la decisión de equivocarse se torna en decisión responsable por mentir, por liar, por confundir, por embarullar, por convertir las redes en fango, inmundicia y porquería. No, no hay inocencia: hay maldad.




En el momento en que escribo esta nota hay 25 comentarios. Sin ánimo de ser exhaustivo:
- 6 de ellos (más de un 20%!!!!!) afirman directamente que el Diario es una falsificación, incluso que Ana no existió; que es todo una industria; sale a relucir la historia sobre que estaban escritos a boli o que los Diarios fueron escritos por su padre una vez terminada la guerra (tres personas afirman con rotundidad y aparentando tener elementos concluyentes, como si de constatar un hecho se tratara, semejante mentirosa burrada tan del gusto de revisionista y negacionistas, incluso afirmando que el propio padre lo reconoció). Son versiones torpemente zurcidas con elementos de aquí y de allí unidos alevosamente para que los datos terminen diciendo lo contrario de lo que verdaderamente dicen si se ordenan con rigor conociendo la historia del Diario.
- otros 2 hacen simplemente consideraciones despectivas gratuitas.
- otros 3 se centran en el originalísimo hallazgo de que hay otras víctimas en el mundo además de Ana Frank.
- otros 4 se enzarzan en debates paralelos (si Ana era más holandesa que alemana o viceversa).
- de otros soy incapaz de entender la intención o sentido de su comentario.
- finalmente hay unos pocos (¿quizá dos o tres?) comentarios respetuosos o positivos.




Hace 10 días tuve el honor de compartir mesa en el Parlamento Europeo con la historiadora Deborah Lipstadt, famosa por su lucha académica, social y luego, muy a su pesar, judicial contra el negacionismo. En su intervención tocó también el ejemplo de la polémica del Diario de Ana Frank.




Su historia ha sido recientemente (2016) llevada a la pantalla bajo el título DENIAL y su personaje interpretado por  Rachel Weisz.




La mesa trataba de ciencia. ¿Qué pintaba una historiadora como ella en semejante mesa? Resultó una ponencia inolvidable: ella nos habló de cómo luchar contra el negacionismo y cómo alguna de las lecciones que ha aprendido pueden servir para luchar, por ejemplo, contra el negacionismo en ciencia (desde el SIDA al Cambio Climático, pasando por las vacunas) y contra las pseudociencias.


Respiro y aprendo de su perseverante y sabia calma. Y, como ella, no me rindo, pero con tranquilidad les remito, si les interesa, al documento de "10 preguntas sobre la autenticidad del Diario de Anna Frank" publicado por su Casa Museo.


Además déjenme un último homenaje a Miep Gies, la mujer que recogió del suelo de la casa de atrás el diario de Ana poco después de que se llevaran a sus ocupantes y que lo entregó después a su padre, cuando éste volvió vivo (quizá ése es la culpa que no le perdonan) de los campos de exterminio en que perdió a su mujer y sus dos hijas. Escribí hace unos años un artículo sobre ella. Aquí lo tienes.


No tenía intención de hablar del día del libro, pero he escrito hoy una entrada sobre uno de los más grandes y verdaderos libros del siglo XX.

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